María Cecilia Perrín era dinámica, alegre, de contextura pequeña y ojos muy vivaces. Se preocupaba por su aspecto personal, se vestía a la moda. En mayo de 1983, después de dos años de noviazgo, contrajo matrimonio con Luis Buide y unos meses después quedó embarazada, noticia que llenó de alegría a la pareja.
En los primeros meses de embarazo, a Cecilia le diagnosticaron cáncer: uno de los más fuertes. A partir de ese momento empieza un camino que la llevó a descubrir el significado maravilloso de la vida y del amor de Dios.
Los médicos confirmaron que la enfermedad era irreversible y pusieron a consideración la posibilidad de realizar un aborto terapéutico. Amante de la vida, rechazó cualquier tipo de procedimiento que pueda afectar a su bebé, aún si ello implicaba que el cáncer siga avanzando. Cecilia amaba la vida: la suya, la de la hija que estaba gestando, la de su familia y la de todos, por eso se propone hacer de su enfermedad una oportunidad para crecer espiritualmente y para acompañar a los que le están cerca en este camino.

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